viernes, 11 de marzo de 2016

El poeta Halley.

"Ahora escúchame, ya he encontrado la palabra justa".
Santi Balmes 


Acojo en mi hogar palabras que he encontrado abandonadas en mi palabrera. Examino cada jaula y allí ladrando vocales y consonantes encuentro sucios verbos que lloran después de ser abandonados por un sujeto que un día fue su amo y de tan creído que era prescindió del predicado. Esta misma semana han encontrado a un par de adjetivos trastornados a tres adverbios muertos de frío y a otros tantos de la raza pronombre que sueñan en sus jaulas con ser la sombra de un niño. Señalo entonces a las palabras que llevan más días abandonadas y me las llevo a casa las vacuno de la rabia y las peino a mi manera como si fueran hijas únicas porque en verdad todas son únicas. Acto seguido y antes de integrarlas en un parbulario de relatos o canciones les doy un beso de tinta y les digo que si quieres ganarte el respeto nunca hay que olvidarse los acentos en el patio. A veces les pongo a mis palabras diéresis de colores imitando diademas y yo sólo observo como juegan en el patio de un poema. Casi siempre te abandonan demasiado pronto y las escuchas en bocas ajenas y te alegras, y te mojas contigo mismo como con todo lo que amamos con cierto egoísmo y uno se queda en casa inerte y algo vacío acariciando aquel vocablo mudo llamado silencio siempre fiel, siempre contigo. Pero todo el ley de vida como un día me dijo el poeta Halley: Si las palabras se atraen que se unan entre ellas. Y a brillar que son dos sílabas.

lunes, 7 de marzo de 2016

HEBEFRENIA

“Todos vamos perdiendo cosas, yo intento ir disfrutando también de eso” 
Andrés Calamaro
 Lo que quede de mí cuando me vaya serán cien mil quinientas letras repartidas y hojas llorando.
Un triángulo en un reloj de cobre y un cactus agonizando.

Estigmas ungueales por tu espalda; un dólar en forma de pirámide, de estrella, de corazón.
Monedas que no servirán para pagar los besos que me diste, una mariposa que murió.

Quedarán los días largos de cuarto de hotel y gotas de sudor por millón.
Películas raras y olor a café. Muchas risas en una cama desordenada, mis orgasmos en tu colchón.

Se irán contigo los golpes de efecto, las palabras bonitas, la implosión.
Te quedarán los cubos, los prismas y un cerebro que se desarmó.

Humo de sabores dentro de un estuche, un libro con nuestra historia (que alguien más escribió).
Perfumes y hierbas dentro de latas, canciones que antes nadie te dedicó.

Te dejaré los ramos de flores que te di con la boca y las sensaciones que te provocó.
Yo me iré mas se quedarán contigo los jueves de gemidos y agitación.

Lumbre que te encienda los sentimientos y una pila para el colocón.
Una cartera para que guardes los latidos causados por la excitación.

Unos tenis para que de mí huyas muy lejos; chocolates un montón.
Un videojuego y este juego que no acaba, aunque ya se terminó.

De ti me quedará la deuda de orgasmos que dejaste, la idea de un viaje que no se cumplió.
Un frasco de lentejuela que dice te quiero, mensaje que mi mente no entendió.

Un corazón con un triángulo al centro, mi pluma favorita y de Jägger un shot.
Voy a quedarme la foto de tus ilíacos, de tu clavícula y tu mentón.

Las pinzas que me regalaste para tratarte con cuidado, las vegas en una bolsa de cartón.
Tengo guardadas todas las cosas que me dijiste y todos los momentos hasta hoy.

La estrella de cobre en mi llavero y las ganas de una noche que no volvió.
El sabor de las gomas de cumpleaños, el dibujo a lápiz que soy yo.

Treinta y dos orgasmos que sí me diste, tus miradas de lascivia y de pasión.
Llevo de ti las caricias en mi cuerpo, tu lengua entre mis piernas e inspiración.

Va a quedarse todo lo que ya nos dimos: lunares, mordidas, fuego, dolor.
Se quedarán las galaxias que nos concedimos y el cariño que el viento se llevó.

Va a quedarse todo, excepto nosotros; nada de esto tendrá repetición.
No habrá llama que lo encienda de nuevo, de tu incendio sólo queda humo, Dragón.